Se sabe que en la dieta de Mesoamérica la pepita (semilla) de calabaza fue la principal fuente de grasa y proteína, por lo que se consume hasta el día de hoy en numerosos platillos tradicionales. En Yucatán se distinguen dos tipos de calabaza: la de pepita menuda y la de pepita gruesa. La calabaza de pepita menuda (Cucurbita moschata) o Xmejen k´úum (pequeña calabaza) o sikil (pepita) en maya, se cosecha tierna entre julio y octubre o madura entre noviembre y diciembre. El fruto tierno se utiliza para distintos platillos, mientras el fruto maduro se puede hacer píib (pan de masa de maíz y carne de gallina o cerdo horneada) y endulzar con miel o bien es utilizado para alimentar animales de traspatio. La semilla tostada y molida es utilizada para hacer varios guisos entre ellos el sikil pak (salsa de pepita molida con tomate y chile habanero).
La calabaza de pepita gruesa (Cucurbita argyrosperma) o Xka´o xtoop en maya, se cosecha tierna entre julio y agosto y madura entre septiembre y octubre. Una vez que madura la fruta, su pulpa se hace muy fibrosa por lo que no es consumida y se utiliza para alimentar animales de traspatio. Por el contrario sus semillas son muy codiciadas: se consumen tostadas y casi siempre peladas y son la base de platillos como pipián y papadzules.
Aunque son especies ampliamente cultivadas, las poblaciones Mayas de la zona no tienen acceso a un mercado donde puedan comercializar sus productos de manera justa. El darle valor a esta especie es parte de la conservación de la milpa, el cual es un sistema de cultivo ancestral, de gran importancia tanto social como cultural.