Las cooperativas han adoptado técnicas de pesca sostenible y selectiva que han contribuido a la conservación de esta especie y a la salud del mar. Los pescadores han abandonado la pesca con gancho y redes y han sustituido estas herramientas por lazos y jamos, permitiendo así la liberación de hembras con huevos y de los animales todavía jóvenes. Esto se combina con el manejo comunitario de las zonas de pesca por parcelas de mar en las que se instalan refugios artificiales llamados casitas que aumentan la sobrevivencia de las langostas. Además, gracias a que se mantiene la pesca a pulmón, la zona profunda donde habitan las langostas reproductoras se protege de manera natural contra la extracción.
Este modelo de pesca tradicional, avalado por un monitoreo biológico participativo sistemático con las comunidades, ha demostrado tener un impacto positivo directo en la población de langostas, que en las dos reservas se mantienen saludables y de gran tamaño, a diferencia de otras áreas del mismo Estado y del Caribe, donde cada vez resulta más difícil encontrar esta especie.
La temporada de pesca de la langosta espinosa en la costa de Quintana Roo es del 1 de julio al 28 de febrero, siendo la actividad principal de ingresos económicos para pescadores artesanales de la región. Seis cooperativas pescadoras de langosta comercializan la langosta entera y viva, aunque la cooperativa de Cozumel realiza una venta a menudeo en sus instalaciones. A cocineros/as locales preparan la langosta de manera tradicional en ceviche al marinar la carne con jugo de limón.