Esta especie ha evolucionado desde entonces hasta convertirse en un genotipo con características de gran valor, mismas que le permitieron adaptarse favorablemente a las condiciones territoriales y climáticas. Debido a que este cerdo se desarrolló en sistemas de producción rural carentes de tecnología, su conjunto de genes se conservan al día de hoy.
Durante cientos de años los mayas han criado estos cerdos (llamados localmente T’ooroch k’eek’en, o sea “Cerdo calvo/pelón” en maya) al libre pastoreo y complementando su alimentación con restos de comida. Son animales rústicos por su tolerancia al clima tropical, tienen aptitud para caminar en terrenos pedregosos, resistencia a enfermedades y capacidad de aprovechar una amplia variedad de alimentos.
Una gran variedad de platillos típicos de la península de Yucatán provienen de este cerdo, como la cochinita pibil, frijol con puerco pelón y el poc chuc. La carne tiene un sabor intenso y con poca grasa por lo que es altamente valorada por chefs y comensales. Además es utilizada en ceremonias religiosas como el “Baile de la cabeza de cochino” que se realiza una vez al año para invocar el periodo de lluvias para las milpas. La producción del cerdo pelón es amigable al medio ambiente ya que no contamina los mantos freáticos, es una especie que crece en ambientes de bienestar animal, es decir en espacios abiertos.