Las Xunan: las damas que cultivan su historia
Por Karla List
Xunancab es el nombre que los Mayas de Yucatán dan a la abeja sin aguijón Melipona beecheii. Para los mayas, la práctica de la meliponicultura con esta abeja va más allá de una ocupación, la Xunancab es una abeja sagrada que les otorga la oportunidad de conservarse como cultura y como grupo; además, en el tema ecológico significa resguardar un ecosistema.
Hoy en día los meliponicultores en Yucatán se enfrentan a grandes retos. De acuerdo a diversos estudios, anteriormente la Xunancab reinaba en los hogares mayas, tan solo en la isla de Cozumel se reporta el hallazgo de 30 mil jobones enterrados; sin embargo, factores como la competencia con la abeja Apis mellifera (especie introducida por los españoles), el cambio climático (que cada año se agrava de acuerdo a habitantes de la península), el cambio de uso del suelo a causa de prácticas como la ganadería, el uso de plaguicidas, entre otros, han puesto a la dama de las abejas en peligro de extinción.
La Reina diferente, la especial, la poderosa
La Xunancab “La Dama, Reina Abeja” de los mayas tiene una amplia relación con la mujer. Para los mayas tener a esta especie y su miel significaba fertilidad, por eso su relación con el género femenino. La reina es diferente, es especial, es poderosa. Minelia Guadalupe Xiu Canché, originaria del municipio de Mama, cuenta que su atracción hacia las abejas nació al escuchar la palabra Xunancab “La Dama, Reina Abeja”. Mi abuela acostumbraba llamarme Xunan, yo no sabía a qué se refería, pero tiempo después lo comprendí.
La historia, los valores, el orgullo, las tradiciones, la evocación de todas las personas que habitaron este planeta antes que ella y que tuvieron que luchar arduamente para poder sobrevivir, es parte de la historia viviente a la que se refiere Minelia Xiu cuando expresa lo que para ella significa ser maya.
Xiu Canché forma parte de la Escuela de Agricultura Ecológica U Yits Ka’an (rocío que cae del cielo) de su municipio, donde ella promueve la agricultura ecológica. Fue una de las líderes meliponicultoras que participaron recientemente en el intercambio de experiencias en el pueblo mágico de Cuetzalan del Progreso, con la finalidad de conocer la forma en la que meliponicultores de esa zona trabajan con la abeja nativa de esa región, la Pisilnekmej. “Me ocupo de una sub sede donde actualmente tengo a 25 egresados, y trabajo en un proyecto con 17 familias para fomentar la vida sana. También soy campesina, trabajo con mi familia y soy meliponicultora”.
El Baluarte de Miel de Abeja Xunancab de la Península de Yucatán está conformado por 38 productores de 6 grupos que han venido trabajando desde hace varios años en U Yits Ka´an, al que pertenece Minelia Xiu. Ella comenta que antes de dedicarse a la meliponicultura no sabía que existía la abeja Xunancab. “Había escuchado hablar de ella pero no la conocía porque hubo una extinción local de la especie en mi municipio, en diez años no hubo rastro de esta abeja. Poco a poco fui comprendiendo la importancia de esta especie para los mayas, así que aproveché mi formación educativa y comencé a llevar otra línea, una más apegada a la agricultura y a la meliponicultura”, dice Xiu Canché.
U Yit´s Ka´an es un proyecto educativo y multidisciplinario cuyo vértice es la agroecología, en el cual convergen campesinos, académicos, presbíteros católicos y ex alumnos/as, con el único afán de acompañar, de manera preferente, a las familias del campo y personas interesadas en la promoción de la agricultura ecológica como modo sustentable de vida. La escuela lleva 20 años capacitando a la gente para retomar actividades económicas que anteriormente se practicaban en Yucatán. “Era muy común que los únicos que podían acceder a oportunidades eran aquellos que contaban con recursos económicos, y nosotros los indígenas no podíamos seguirnos preparando. Nuestro grado de estudio llegaba en el mejor de los casos hasta la secundaria y después el futuro era incierto”, recuerda Minelia Xiu.
“Cuando conocí a la abeja melipona Xunancab me interesé en recabar información con los adultos mayores sobre prácticas, ecología y sobre la importancia que tenía en nuestra cultura, ya que la información es escasa. Se sabe que antes de la colonia en Yucatán la miel de la Xunancab era lo único que endulzaba naturalmente los alimentos de los mayas antiguos. Es parte de nuestra cosmovisión, de lo que nos constituye como mayas; incluso tenemos un Dios para las abejas que se llama Ah Mucen Cab. Podríamos decir que el reencuentro de nosotros como mayas con la abeja fue gracias a la Escuela U Yit´s Ka’an”, comenta Xiu Canché.
Los pases de cadena: la soga viviente
En U Yit´s Ka´an se puso en práctica el concepto de pases de cadena que consiste en prestar los recursos; por ejemplo, a las personas interesadas en la abeja melipona se les capacita y se les otorgan tres cajas, después de tres años deben entregar también tres cajas a otra familia para continuar con el pase de cadena. En el transcurso de esos tres años se realizan divisiones, con las que se multiplica el número de abejas. “Los pases de cadena hacen referencia a la leyenda de “la soga viviente”, con el trabajo que hacemos en la actualidad estamos empatando y creando esta soga que se nos cortó cuando llegó la conquista, entre pueblos, comunidades, familias”, puntaliza Minelia Xiu.
Los códices mayas
“Estamos trabajando con un grupo de antropólogos para descifrar glifos de códices mayas relacionados a la meliponicultura. Quienes descifraron los jeroglíficos en la zona ecológica de Uxmal, son científicos mayas que se han preparado toda su vida para realizar ese trabajo. No sería lo mismo que alguien extraño se introdujera en nuestra cultura e intentara descifrarlos”, abunda Minelia.
“Normalmente en Yucatán cuando hacemos primicias, agradecimiento, o para solicitar algo en particular se lo pedimos a los cuatro vientos y entre ellos también está el Dios de las Abejas. La práctica de estas ceremonias también se había ido perdiendo. Yo realicé con mi grupo el año pasado una fiesta simbólica y después me enteré que hubo quienes la replicaron en su municipio. Estas actividades para nosotros constituyen la forma de retomar nuestra historia y, con esta, todas las actividades que le pertenecen” dice emocionada Xiu Chanché.
“Gracias a este trabajo con los antropólogos, descubrimos que hay una fiesta mucho más grande e importante que la primicia, y que tiene lugar el 28 de octubre. Su finalidad es pedir floración. Nosotras tomamos la decisión de incluir esta fiesta en nuestras festividades y este año 2017 vamos a invitar a todas las personas meliponicultoras mayas para que se sumen. Para nosotros, como mayas actuales, este tipo de prácticas representan la oportunidad de agruparnos nuevamente. Después de mucho tiempo estamos logrando emerger de nuevo, nosotras tenemos nuestros apellidos indígenas mayas y podemos identificar de qué familia venimos, cuáles son nuestros orígenes. Estamos convencidas que hay que esperar un tiempo para que líderes mayas puedan empoderar nuevamente a la población”, dice convencida Xiu Canché.
El trabajo en conjunto con Slow Yucatán
El Baluarte de Miel de Abeja Xunancab de la Península de Yucatán nació en el 2016 en el marco del proyecto Slow Yucatán, “un conjunto de actividades que apuestan a implementar un sistema de producción y consumo sostenible de alimentos que mejore el nivel de vida de las comunidades indígenas mayas y traiga beneficios económicos, culturales, sociales y de salud a la región”, mencionó Horacio Torres de Ita Coordinador de Proyectos en Comida Lenta A.C.
“Llevamos trabajando un año juntos y en este periodo nos hemos ocupado en unificar conceptos, a pesar de los nuevos conocimientos, nos apegamos siempre a la cosmovisión maya. Nos ha sido difícil abrirnos mercado porque la miel de Apis mellifera tiene ya un grupo grande y establecido de compradores”, apuntó Minelia Xiu.
Los cuidados para la Reina
Por su parte, María Cruz Torres Tzab del municipio de Maní, quien practica la agricultura orgánica y también es meliponicultora comenta: “Yo inicié con esta actividad porque mi hija tomó un curso en U Yits Ka’an y al finalizar fue beneficiada con el pase de cadena. Yo no le daba importancia a la meliponicultura hasta que asistí a la escuela. Hace cinco años me hice cargo de las abejas que se le entregaron a mi hija y desde entonces soy una apasionada de estas”.
Cruz Torres manifiesta que como parte de los cuidados hacia las abejas se debe contar con un buen meliponario, “yo al inicio únicamente contaba con uno que no tenía piso de cemento; las hormigas se subían y se las comían. Ahora que ya tengo las instalaciones adecuadas gracias al proyecto de Slow Yucatán, creo que están muy contentas”. Un tema recurrente al platicar con las meliponicultoras cuando se habla de las abejas es el de la energía, al respecto, Cruz Torres comenta que “cuando se tiene un mal día es mejor no visitar el meliponario porque corres el riesgo de que tus abejas se vayan”.
Intercambio de experiencias entre guardianes de abejas nativas
Durante la visita a Cuetzalan para conocer el Baluarte de Miel de Abejas Nativas de la Sierra Norte de Puebla con el apoyo del meliponicultor Rubén Chico, fue posible presenciar en el destape de una colmena de mancuerna de barro durante una cosecha. Minelia Xiu comenta “que las abejas Pisilnekmej se te enredan en el cabello para sacarte de su zona de producción, la Xunancab, en cambio, puede llegar a pellizcarte cuando percibe que las cosas no se están haciendo bien. Es una especie muy pacífica pero sensible a las malas energías. De igual forma, si tú te sientes bien y en paz en tu meliponario se te olvida el mundo y te purificas”.
Landy Lorena Zapata Gómez, quien también formó parte del recorrido, manifestó que entre sus actividades además de la meliponicultura de Xunancab, se encuentra el bordado: “empecé a practicarlo desde los 14 años por mis papás. Me animé a asistir a la escuela porque me llegó una invitación de un padre que era párroco de mi comunidad. Gracias a la escuela de agroecología me formé en diferentes cursos. Estos también han ido cambiando al paso del tiempo. Anteriormente estaban divididos por género. El curso de hombres era de martes a viernes, y mujeres de viernes a domingo, el de nosotras era reducido y no abarcamos todos los aspectos”. Menciona también que “el grupo de trabajo conformado se dedicaba a la crianza de animales y a la agricultura urbana pero con el paso del tiempo, las participantes se fueron casando y realizando otro tipo de actividades y me quedé sola. Opté por trabajar a las abejas mientras conformaba otro grupo, el cual se constituye actualmente por 8 mujeres”.
Minelia Xiu manifiesta que la visita a Cuetzalan le sirvió, entre otras cosas, para apreciar las diferencias: “es un mundo completamente distinto en aspectos biológicos, de especie y de cosecha. Nosotras, dependiendo de la floración, podemos cosechar miel de varios colores desde ámbar hasta incolora. La miel que producen en Cuetzalan en cambio siempre es de un solo un color y de una misma consistencia. Para nosotras también varía de acuerdo a la temporada y podemos obtener miel frutal o floral. Tenemos dividido nuestro tiempo en tres temporadas: precosecha, cosecha, y poscosecha, todos regidos por el clima y las estaciones de floración. Hay meses en donde no es posible identificar porque es una mezcla de muchas flores. Hace tres años todavía podíamos cosechar en los meses de febrero, marzo, abril y mayo hasta tres veces. Con la sequía prolongada de este año, con 60 cajas coseché únicamente 8 litros”. “En mi caso —comenta Lorena Zapata— de los 40 jobones que tiene mi grupo, lo máximo que hemos sacado son 16 litros. En una sola ocasión cosechamos dos veces al año, este año yo no coseché nada y como la sequía fue muy fuerte tuvimos que alimentar a nuestras abejas con miel orgánica de Apis mellifera”.
“No podemos alimentar con cualquier miel a las abejas, así que nos damos a la tarea de ubicar a productores orgánicos de miel de Apis para poder alimentarlas”, manifiesta María Cruz Torres, quien dice que anteriormente alimentaba a sus abejas con jarabe de azúcar pero comentó en la escuela que las cajas estaban mojadas y se le explicó que esta práctica les daba diarrea. Por ello, ahora también las alimenta con miel orgánica cuando no hay floración.
A diferencia de la forma de cosecha de los meliponicultores en Cuetzalan, que retiran miel de las mancuernas al 100%, las de las Xunancab solamente obtienen un 40% porque no pueden dejar a las abejas sin miel ya que la floración es escasa. En Cuetzalan los meliponicultores comentan que siguen conservando la tradición de las mancuernas porque esa ha sido la forma en la que sus antepasados acostumbraban a cultivar. En Yucatán las meliponicultoras acostumbran hacerlo en jobones y en cajas: “en los jobones podemos encontrar más miel y ante los ataques de los enemigos naturales de las abejas, nos hemos percatado que en la manera tradicional donde los mayas cultivaban resisten más”, comenta Lorena Zapata. No obstante, la ventaja de las cajas es que se puede observar la forma en la que las abejas están organizadas: en las cajas de las Xunancab siempre hay una en la puerta, que está alerta cuidando la colmena de los invasores. “En la visita vimos que la estructura de panales es la misma, pero la de las abejas Pisilnekmej es más grande y más amarilla”, coincidieron Lorena, Minelia y María Cruz.
Los obstáculos
Para las meliponicultoras mayas la discriminación y la represión han sido temas recurrentes: hubo una época en la que incluso se prohibió hablar maya, dicen. “Padres y madres, se dieron cuenta que prohibiendo el maya y su cultura sus hijos iban a sufrir, entonces optaron por dejar de hacerlo. Aspectos como migración y pobreza nos tocaron y no supimos qué hacer”, recuerda María Cruz. Los mayas antiguos son considerados grandes guerreros pero, ¿qué pasa con los actuales? “Nosotros tenemos nuestras costumbres, hablamos nuestra lengua, practicamos la agricultura, meliponicultura, crianza orgánica, conservamos y fomentamos lo que hacemos. No nos ha sido fácil ser indígenas mayas porque hemos sufrido discriminación, incluso en nuestro mismo pueblo. Sin embargo, estamos decididas a contribuir en la reconstrucción de la soga viviente”, comenta entusiasmada Minelia Xiu.
La reconstrucción y el empoderamiento
“Nosotras como meliponicultoras consideramos que es importante que sean mayas quienes se ocupen de la producción y también requerimos mayor compromiso por parte de los habitantes. La cooperativa en Cuetzalan se caracteriza por trabajar unida, los mayas hace mucho tiempo también trabajaban unidos, eso se perdió, pero hoy en día al menos nuestros grupos de Maní y de Mama ya están formando redes” apuntó Minelia Xiu.
Para Lorena Zapata es importante seguir trabajando en grupos, continuar con este proceso en el que iniciaron hace un año. Para ella, ser maya significa sentirse orgullosa de lo que es, “no avergonzarte de tu traje, ni de tu lengua. A mí siempre me ha gustado hablar maya, y cuando la gente me hace preguntas yo les contesto en mi idioma, muchos se sorprenden al escucharlo, mis abuelos me enseñaron a hablarlo; cuando los visitaba me decían que les hablara en maya porque no me entendían. Yo no tengo hijos pero tengo sobrinos y siempre les digo que como parte de nuestra cultura deben de conservar las tradiciones y herencias”.
Como mujeres de las Xunancab, preocupadas y ocupadas en mantener su cultura, tradiciones e historia, tienen la labor de trabajar en diversos proyectos con la intención de compartir el conocimiento entre sus grupos; por ejemplo, Minelia Xiu está aprendiendo cómo catar la miel, “y a la vez estoy compartiendo el conocimiento con meliponicultores. Es importante reconocer los sabores, ahora sé que catar la miel debe ser un control de calidad para cada meliponicultor, ya que le permitirá conocer su producto, sabores, olores diversos y a su vez asociarlos con la floración, con la vegetación, y con alguna situación que estamos viviendo con el cambio climático. De igual forma, nos permitirá identificar problemas que no estamos identificando y se encuentren en el sabor de la miel”.
Torres Tzab se encuentra realizando subproductos con la miel: “estamos haciendo jabones, cremas, shampoo y cápsulas con la intención de generar otro tipo de aprendizaje entre los grupos y, por ende, mejores ingresos económicos”. Cabe señalar que este es uno de los proyectos que, a raíz de la visita a Cuetzalan, se tiene contemplado impulsar.
“La literatura dice que en cada caja puede existir un aproximado de 3 mil abejas, pero yo creo que hay más” dice Xiu Canché. El trabajo incansable de estas abejas meliponas que habitan en los jobones y cajas da como resultado una miel que sigue siendo utilizada para tratar afecciones de ojos, oídos y problemas respiratorios, digestivos y de la piel; las mujeres incluso la consumen después del parto. Como lo dicen las Xunan, la Xunancab es la abeja del pueblo maya, es parte de un pasado glorioso que distinguió a la cultura maya. Hoy en día esta constituye para el pueblo maya la reconstrucción de la soga viviente, con la que nuevamente están volviendo a tejer y reconstruir su historia, al igual que la abeja, su energía sagrada.
De esta forma el Baluarte de Miel de Abeja Xunancab de la Península de Yucatán se encontró con el Baluarte de Miel de Abejas Nativas de la Sierra Norte de Puebla, con apoyo del proyecto Slow Yucatán, que busca desarrollar actividades que apuestan a implementar un sistema de producción y consumo sostenible de alimentos que mejore el nivel de vida de las comunidades indígenas mayas y traiga beneficios económicos, culturales, sociales y de salud de la región.
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